Los autores de "1984" y "Un Mundo Feliz" ya debatieron sobre cuál de sus distopías era mejor

Los autores de "1984" y "Un Mundo Feliz" ya debatieron sobre cuál de sus distopías era mejor
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Imagina la bota de tu profesor de francés aplastando tu novela incesantemente. Así debió sentirse George Orwell cuando recibió la carta de su maestro Aldous Huxley sobre su distopía "1984". Huxley había publicado 17 años antes "Un Mundo Feliz". Y, aunque ambos autores no eran muy optimistas sobre el futuro de la Humanidad, el viejo maestro tenía claro que la buena era la suya.

¿Tenía razón? El principal argumento de su carta es que en "el futuro" la clase dirigente recurriría a medicamentos y hedonismo para someternos. Mientras que Orwell defendía una opresión más directa, basada a partes iguales en la violencia y la propaganda que negase la anterior.

La carta no tiene desperdicio: Huxley arranca disulpándose por la tardanza en leer el libro (está enviada en octubre de 1949, y la novela de Orwell se había publicado en junio), y su primer análisis es que se trata de una sociedad donde los poderosos son seguidores del Marqués de Sade.

No, en serio. Huxley califica la doctrina de los que mandan en 1984 como

"Un sadismo que ha sido llevado a su conclusión lógica al ir más allá del sexo, denegándolo. (...) Yo creo que la oligarquía dirigente encontrará formas menos arduas e ineficaces de gobernar y satisfacer sus ansias de poder."

Mi Dictador Universal es mejor que el tuyo

Huxley reconocía la posiblidad del mundo dibujado por Orwell -más preocupado por las consecuencias de los totalitarismos y la Segunda Guerra Mundial que por el futuro lejano-, pero pensaba que Un Mundo Feliz sería la continuación lógica de 1984:

Tengo la sensación de que la pesadilla de 1984 está destinada a modularse en un mundo atormentado como el que yo imaginé en Un Mundo Feliz.

El escritor alecciona a su pupilo indirecto en las posibilidades de la hipnosis y los barbitúricos (entre conceptos peregrinos como "magnetismo animal" y una disertación sobre los fracasos de Freud-, en una sociedad dócil que dependa más de la zanahoria que del palo. Pero todo desde un punto de vista moral.

Orwell hablaba de su presente

No hacía falta que Steve Jobs nos dijese que el año 1984 no sería como la novela (para Huxley, por cierto, la tecnología que no controlas directamente trae Un Mundo Feliz).

Pese a que no tenemos constancia de que Orwell contestase directamente a Huxley, en su propia correspondencia encontramos una misiva anterior, de 1944, a un tal Noel Willmett, en la que explica el pensamiento que le llevaría a escribir 1984. Dondee tenía en cuenta un aspecto que ambos autores trataron de forma secundaria en sus distopías, a pesar de ser central a ellas... Y al mundo actual:

Mire a donde mire el mundo se dirige hacia economías centralizadas, que pueden 'funcionar' en un sentido económico, pero que carecen de organización democrática y tienden a establecer su propio sistema de castas.

Economía que podía tomar muchas formas: opresión, hedonismo, violencia, letargo. ¿Quién tenía razón? Quizás Huxley, según Neil Postman, el autor de Divertirse hasta Morir, un libro que compara ambos discursos en nuestro tiempo:

Orwell temía a los censores de libros. Huxley temía que no hubiese motivos para la censura, porque no habría nadie dispuesto a leer libros. Orwell temía que nos privaran de la información. Huxley, que nos diesen tanta que quedaríamos reducidos a la pasividad y el egoísmo. Orwell temía que nos ocultarían la verdad. Huxley pensaba que esa verdad quedaría sumida en un mar de irrelevancia. Orwell temía una cultura cautiva. Huxley, una cultura banal.

No son excluyentes

Somos como niños.

La lectura de los tres autores no da la razón a nadie, desde el pesimismo. Vivimos en un mundo que ha propiciado la existencia de Wikileaks, pero también la de la telerrealidad sin contenido. En el que discutimos sobre si nos vigilan, pero dejamos que los satélites le digan a todo el mundo dónde estamos: tu Gran Hermano eres tú.

En el que los agoreros profetizan que el ocio multimedia -Youtube, videojuegos, etcétera- y los hijos del Valium son el combo hipnosis-soma de Huxley, pero que no explican por qué las cárceles privadas son un modelo de negocio, no una forma de disuasión.

De hecho, el propio Huxley le recordaba a Orwell que ninguna de las dos vertientes son excluyentes:

El ansia de poder puede satisfacerse por completo tanto condicionando a la gente para que abracen su servidumbre como azotándoles hasta que obedezcan.

Lo que ninguno de ambos autores pudo predecir es que generarían un nuevo tipo de público: el conspiranoico, que abraza por igual el mundo de Huxley, con la etiqueta de Nuevo Orden Mundial -Ellos nos echan cosas en el Colacao- ...Y el escepticismo mal entendido de 1984 -Ellos nos mienten hasta al hablarnos del tiempo-.

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