36 películas que quizás no hayas visto estos últimos tres años y te harán el mejor cine de verano posible

36 películas que quizás no hayas visto estos últimos tres años y te harán el mejor cine de verano posible

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36 películas que quizás no hayas visto estos últimos tres años y te harán el mejor cine de verano posible

Fíate de nosotros y guarda esta lista en favoritos. Podrás echar mano de ella en esos momentos de incertidumbre en los que buscas experiencias diferentes pero prometedoras, tardes y noches relajado frente al ventilador disfrutando de propuestas cómicas, entretenidas, independientes, inspiradoras y distintas. De esas que se ven mejor en versión original, de las que puedes hablar con tus amigos cinéfilos y que se escapan del A-B-C de la cartelera de los multicines repletos de superhéroes y secuelas.

No están todas las que son (de hecho aquí, aquí, aquí, aquí y aquí tienes otras cuantas más), pero son 36, así que seguro que alguna de ellas no la habrás visto y tiene el potencial para ser ese descubrimiento que estabas buscando.

La invitación (2015)

Obra de modos teatrales (todo o casi todo ocurre en las conversaciones que se producen en una velada de reencuentro unos viejos amigos) en la que los personajes se están echando, sin saberlo, una partida de póker. Lo mejor, por supuesto, es no entender quién está mintiendo y quién se guarda la información para que podamos descomponer un enigma. La crisis existencial de los 40 y la autodestrucción de la burguesía son, como vemos, temas muy reales y muy jodidos.

71’ (2015)

Puede que hayas visto antes alguna película survivalista de cámara en mano, pero me juego algo a que ninguna ambientada en el conflicto terrorista del IRA. El periodista Greg Burke firma un guión periodístico basado en hechos reales, el conflicto de un grupo de militares británicos que entró en Belfast en el 71 y que dejó abandonado por error a un soldado en una ciudad llena de enemigos. Mimbres perfectos para un filme de acción con gran puesta en escena y con el que vivir, casi en carnes propias, las tensiones del odio nacionalista.

The Duke Of Burgundy (2015)

Bienvenido a una atmósfera erótica y tortuosa. A la relación de una pareja de mujeres (¿gemelas?) amantes que se ponen cachondas casi con cada imagen, caricia y ruido que se va dilatando de forma atronadora. De aquí saltamos, también, a los enfermizos duelos románticos de los 70. Bienvenido al giallo y a la alteridad.

45 años (2015)

Andrew Haigh conquistó a muchos hace unos años con Weekend, la radiografía emocionalmente precisa de un amor de verano que tenía que haber sido algo más. Con 45 años avanza en la línea temporal humana, en fechas próximas a las bodas de oro de un matrimonio sólido (osea, cuando ya no queda margen para crear nada nuevo) para que uno de sus miembros descubra que su marido en realidad ha sido todo este tiempo un extraño. La destrucción súbita de tu proyecto de vida y de tu dignidad. Como diseñador de desgracias internas, el inglés está a la altura de Haneke, pero supera al maestro alemán en el juego de la crueldad porque a Haigh se nota que aún le queda algo de corazón.

Kaili blues (2015)

Un poema visual que nos habla sobre el tiempo, los recuerdos, las fronteras entre el sueño, la realidad y la ficción… Nada nuevo y todo a la vez. Se ha comparado el debut de Bi Gan con la sinuosidad cromática y emocional de Won Kar Wai, pero no esperes en Kaili Blues un montaje precipitado o icónicos personajes salidos de una novela noir. Aquí se trata más bien de todo lo contrario, de apostar por la inmersión por la vía de la contención de estímulos, destilar el muy real paisaje de la subtropical provincia de Guizhou, en China, y filmar unas figuras salidas de los bajos fondos de su sociedad para llegar a una lección de humanismo. Si quieres estar al día de los grandes autores emergentes, te toca pasar por el blues de Kaili.

El hijo de Saúl (2015)

La más seria de la lista, pero también una de las más importantes. 24 horas en la piel de uno de los sonderkommando (los judíos Judas) empleados en los últimos días de Auschwitz. Con El Hijo de Saúl aprendemos cómo, si estás viviendo el horror en primera persona, éste pasa a un segundo plano, las desgracias se desenfocan, creando una metáfora de lo verdaderamente terrible: nuestra capacidad para sobrevivir al entorno es también la muerte de lo humano. Aunque hasta en el infierno cabe la esperanza.

Ahora sí, antes no (2015)

Hong Sang-soo es el reverenciadísimo detentador de la etiqueta de auteur de nuestro tiempo. Su cine es metaestrucutral, autoreferencial y autoconsciente. Cada una de sus obras, piezas de un gigantesco universo conectado, suele proponer un novedoso juego filológico. Si los personajes hablan entre sí diciéndose cosas a varios niveles, también la cámara habla con ellos y con nosotros proponiendo puzzles formales que van mucho más allá de su trama. Dicho esto, Ahora sí, antes no es su obra más accesible y vistosa. Todo lo que da de sí imaginar la misma cita romántica entre un cineasta y una pintora sometida a mitosis, haciendo que cada fragmento de conversación tome ligerísimas pero rítmicas variaciones. El mismo enamoramiento vivido dos veces, pero qué dos veces.

World of tomorrow (2015)

Dado que la masterpiece It's Such a Beautiful Day se nos pasa de fecha para poder incluirla en esta lista, buenos son los cortos recientes de Don Hertzfeldt, ese creador de dibujos animados que mejor ha querido plasmar la desesperación del ser humano contemporáneo (Bojack Horseman es un potrillo animado al lado de las criaturas del mundo de este tipo). ¿Quienes somos? ¿A dónde vamos? ¿Cómo va a cambiar nuestra forma de sentir el mundo el progreso tecnológico? ¿Por qué deberíamos sentirnos mejor que un robot, una copia de seguridad o un dibujo hecho con cuatro trazos de lápiz?

Victoria (2015)

Una ciudad. Un plano. Un día en la vida de Victoria, una inmigrante española en Alemania, una más de esa “generación más preparada de la historia” que debe sobrevivir con su sueldo de minijob mientras la realidad le arranca sus expectativas vitales a golpe de ojeras y noches de desesperación por vivir la experiencia berlinesa. Ahora, olvídate de todo esto, porque lo creas o no la película se irá construyendo como thriller de acción con azarosas consecuencias.

Tickled (2015)

Un periodista de noticias virales localiza en Facebook a un grupo de deportistas que practican torneos de cosquillas. Un suceso lo suficientemente rocambolesco como para darle un articulillo, ¿verdad? David Farrier vio que esta anécdota iba, a medida que investigaba, complicándose y volviéndose cada vez más turbia, hasta niveles que sólo un documental consigue revelar una vez cada tanto para confirmar ese tópico veraz: la realidad supera a la ficción. Como una buena sesión de cosquilleos, al principio nos da la risa floja, pero a medida que nos siguen atacando nos producirá angustia real.

Green Room (2016)

Un thriller de supervivencia sencillote, con humor negro y ademanes de serie B. El tema en sí ya es descacharrante, una banda punk y antifascista que da un bolo en un garito de hardcoretas neonazis (en la que los primeros acaban siendo asediados por los segundos y en el que los bandos terminan por comunicarse a base de rabia y destrucción mutua), y como extra Jeremy Saulnier se las ingenia para suplir carencias de presupuesto con sorpresas para el espectador. A un tema descerebrado sólo puedes pedirle ritmo y ruido. Este lo consigue.

El Ornitólogo (2016)

Un ornitólogo portugués se adentra en una tierra extraña, llena de poderosos elementos sobrenaturales, y acaba haciendo un viaje de transfiguración mística y sexual. Un hombre en busca de orientación y sentido en un mundo que se tambalea y que le responde con símbolos cristianos, pruebas de fe y marcianadas en general. Su humor llega incluso al formato, el cinemascope, que contrapone la grandiosidad del aspecto de imagen con los sucesos cómicos y heréticos en los que se va tropezando Fernando. Se lo pasarán bien tanto los cazadores de subtextos como los marineros del WTF.

Nocturama (2016)

El estreno de la película trajo su pequeña polémica. Después de los atentados yihadistas de París, cuando la ciudad de las luces tuvo que dar cuentas de cómo su política social y económica había labrado una joven población desesperada y ávida de entregarse a causas mayores, un esteta llamado Bertrand Bonello presentaba a un grupo de adolescentes multirraciales dispuestos a bombardear la capital. Ese es el argumento de la película. Hechos tan injustificables, pero visualmente tan poderosos, como este largometraje que, aunque no vaya sobre nada (o eso parece), no puedes dejar de mirar.

Tres recuerdos de mi juventud (2016)

Su montaje es tan caprichoso como nuestra memoria. También igual de intenso. Tres recuerdos, como anticipa el título, se presentan para definir la identidad de su protagonista, para que le entendamos bien pues se está sometiendo a juicio público. Por eso los tres episodios son un breve acercamiento al lecho materno, un puente de inquietudes aventurescas y un tercer momento, una enorme meseta, donde se reencarna el primer amor, el amor fou, con dos bellísimos actores cuyos cuerpos y palabras nos transportan directamente a la pasión. Imposible no ponerse de su parte.

Crudo (2016)

Terror y coming-of-age adolescente con muchas dosis de humor. Un humor que juega con el factor sorpresa de lo que estás viendo, que garantiza nuestra simpatía por los divertidos cambios de orientación que va tomando la película a medida que descubrimos de qué va realmente Crudo y cómo es Justine, un auténtico lobo pubescente en piel de cordero. Un guiso barato, de mejor sabor que presentación, no apto para vegetarianos.

Free Fire (2016)

Bullet ballet, réplicas afiladas, sangre, sudor y lágrimas. En un encierro criminal donde sólo uno de los dos equipos debe salir indemne, y como si se tratase de un complot de trincheras mortal, vamos a ver a estos personajes sufrir lo que no está escrito. Una comedia muy gamberra e irrelevante que o amarás u odiarás.

Los del túnel (2016)

Garantizado: no volverás a ver a Arturo Valls de la misma forma. Es más, parece que el director, Pepón Montero, ha realizado toda la cinta centrándose en esta elección de cásting para su personaje protagonista, ya que la faceta pública de Valls como presentador de concursos de televisión para gentes ilusas y mediocres se canaliza en su figura logrando denunciar la pobreza espiritual de todo un país, España. Algo así como el negativo (fotográfico) de Aquí no hay quién viva. No esperes gran cosa. Tampoco, como adelantan los materiales promocionales, un filme cómico de aventuras de rescate modo “cueva tailandesa” a la castellana. Si eres malvado y odiaste Ocho apellidos vascos, es la película perfecta para vengarte y recomendársela a esos amigos tuyos a los que le encantó.

Todos queremos algo (2016)

Todos queremos buen tiempo y buena música. Queremos ser alguno de los triunfadores del equipo de béisbol, recién entrados en la universidad, que conducen deportivos y saben que esa noche se van a llevar a las chicas más guapas. Queremos experimentar de nuevo ese extasiado momento de paso por el que nos sabemos en la cumbre de nuestros cuerpos, de nuestras vidas, pero que presenciaremos evaporarse rápidamente, como una puesta de sol texana, asumiendo su fugacidad sin dramas, deslizándonos ligeros por la superficie del evento. Nostalgia de una época que nunca vivimos más que al otro lado de la pantalla, melancolía sobre lo único que es verdaderamente importante.

Tony Erdmann (2016)

Las comedias alemanas de casi tres horas son posibles. Comedias sociales, surrealistas, extravagantes, esperpénticas, bobas, tiernas y tristes. La historia de una despiadada ejecutiva germana haciendo el neoliberalismo en Rumanía a la que su viejo y torpe padre perseguirá por todos sus círculos laborales sólo para sacarle una sonrisa, aunque para ello deba llevar una fea peluca y una dentadura de broma. La gran baza de Toni Erdmann es, probablemente, que a pesar de aportar todos esos elementos que son perfectos para el aplauso de la crítica, la directora trasciende su dimensión de producto para flipadillos y construye hábilmente los gags, moldeando las emociones de todo tipo de públicos a lo largo del metraje para que, en uno u otro momento, estallemos en sinceras carcajadas.

Historia de una pasión (2016)

No sucede nada, nada altera una presentación fílmica de lo más canónica, y sin embargo nos está llegando la poesía, la poesía de Emily Dickinson, de cuyo universo personal Terence Davies nos ha querido hacer partícipes. Historia de una pasión es una película exigente, del tipo de exigencia que requieren El hombre tranquilo o El Gatopardo, obras totales de cineastas superdotados. Todo para descubrir que a comienzos del XIX podía no haber nada más punk que una mujer creyente y ortodoxa. Siempre que seas una diosa de la sensibilidad como Dickinson, claro.

Animales Nocturnos (2016)

Tom Ford (sí sí, el mismo de la marca de gafas de sol) tiene sus películas por pequeños frascos de estilo inteligente, como si quisiera decirle al mundo que la agudeza cinematográfica no está reñida con el lujo aspiracional. Esta mezcla de correspondencias epistolares, posmodernismo y ficción literaria cuenta tanto como historia multicéfala que como fashion film. Si quieres, podrás sumergirte en un drama de terror burgués y venganzas en frío. Si no, siempre puedes deleitarte con la belleza de Jake Gyllenhaal y Amy Adams.

Certain Women (2016)

Naturalismo observacional, amor profundo hacia sus personajes, una fotografía arrebatadora (esas montañas… ¿están hechas a película o a acuarela?). El cruce vital de tres mujeres (a modo de tres relatos, a cada cuál más particular), cada una de ellas al borde de su propio fin de ciclo, nos permiten asomarnos por la teoría del caos que es nuestra vida, nuestra naturaleza, la tragedia del día a día de los comunes. Demasiado que decir para tan pocas líneas.

El extraño (en presencia del Diablo) (2016)

Estamos ante eso que llamamos una coreanada (Na Hong-jin, el que nos dio The Chaser y The Yellow Sea) con cierta personalidad propia que la distingue de los productos más manufacturados de esta nacionalidad. Aunque al principio parece que se trata de una actualización de Memories of Murder, la trama se va complicando. Sus géneros se multiplican pasando del thriller policíaco al terror, lo paranormal... e incluso algunos toques de zombie. Todo desde ese registro dramático excesivo que tan bien les sale a estos asiáticos y con un bombardeo de ideas (que si colonización japonesa, que si aporofobia) para entretener durante dos horas y media sin cansarnos.

Paterson (2016)

Lo que en manos de cualquier otro se convertiría en un alegato vital del rollo Mister Wonderfull, con Jim Jarmusch es un delicado poema sobre las bondades del calor humano y la rutina, la poesía que exuda la cotidianeidad casi desde un punto orientalista, buscando el zen en cada gesto del día por trivial que nos parezca, así como la cámara despierta en nosotros la chispa de la novedad en un mundo que damos por hecho. Paterson es un conductor de autobús, un poeta y un filósofo.

Queen of Earth (2016)

Aunque ha trabajado con algunos de los mejores actores del momento Alex Ross Perry no es demasiado conocido en nuestro país y aún no ha logrado ningún estreno tradicional en salas. Queen of Earth, aunque una excepción en su (breve) filmografía, es un buen lugar desde el que empezar. Un pasatiempo psicológico cercano a Robert Altman, Polanski o Cassavetes, a ese cine setentero y hollywoodiense que retrataba la psicopatía de sus personajes, víctimas de las neuras de moda en la sociedad, tanto argumental como formalmente. Elisabeth Moss reventando todos los límites actorales.

Golden Exits (2017)

Como decíamos, Queen of Earth es una rareza dentro del estilo de Ross Perry. Su siguiente película, Golden Exits, recupera la tradición temática extendida por Woody Allen, de aprovechar Nueva York y sus privilegiada clase cultural, neurótica, desquiciada, para ahondar en las ansiedades del ego. Una galería de personajes desagradables (y a los que nos parecemos más de lo que nos gustaría) que despliegan su miseria moral y su incapacidad para superar sus límites, lo que les ayudaría para darle un sentido a sus vidas.

Una mujer fantástica (2017)

Si es difícil vivir el duelo de tu ser amado, más difícil aún es afrontarlo cuando tú mismo careces de redes de apoyo por estar en constante lucha con los demás. Luchas contra todos porque no aceptan tus rarezas personales, sino que te aceptan pese a sus prejuicios, a ideas preconcebidas sobre tu existencia que proyectan sobre ti y en las que no te reconoces. Una soledad exponencial. Es fácil emparentar temáticamente Una mujer fantástica con el cine de Almodóvar, aunque la película del chileno Sebastián Lelio es socialmente un atraso con respecto al universo del manchego. Pese a todo, un aceptable filme “de festival” con una protagonista de aúpa.

Verónica (2017)

Aunque no llega a destacar a los niveles de Rec, Paco Plaza se propone volver a poner el cine de terror con marchamo español en el foco internacional. Será la peculiaridad del caso en el que se basa (el único suceso de la historia del país en el que un inspector policial se atrevió a confirmar que habían sucedido fenómenos paranormales), sus simpáticos personajes o la verosimilitud y novedad de sus elementos castizos (las canciones de Héroes del Silencio, la ambientación de la vida vallekana), pero Verónica nos lleva del todo a su terreno.

La cura del bienestar (2017)

¿Le darías una oportunidad a una película dirigida por el mismo tipo que nos trajo El Mexicano, el remake de The Ring o El Llanero Solitario? Pues tal vez deberías. Esta peli de Gore Verbinski fue un soplido de aire fresco en la pasada edición del Festival de Sitges, una explotación con sabor a serie B de los cuentos góticos clásicos en el que se sucederá una trama detectivesca que acabará con la salud mental de su protagonista, mezclando viejos temores (caserón encantado) con ansiedades modernas (aséptico y terapéutico spa) en una cinta que, si bien es excesiva en metraje, no se queda corta en riachuelos de originalidad.

Florida Project (2017)

Una panda de niños salvajes, puñeteros hasta niveles hilarantes (la protagonista Moonee es un potosí de simpatía), que vive a las afueras de Disneyworld, en los apartahoteles oficiales del parque y en el que se congregan toda clase de lumpenfracasados asfixiados económicamente. Un ecosistema difícil, tan endeble como el cartón piedra con el que se fabrican los parques temáticos, pero tan arrebatadoramente bello y mágico, liberados en su juego hedonista, como también son estos espacios.

En realidad, nunca estuviste aquí (2017)

Un thriller con truco: si durante buena parte de la cinta se mantiene el suspenso acerca de las intenciones de su protagonista (una trama vulgar bendecida con una planificación técnica sofisticada), lo mejor es darnos cuenta de que seremos capaces de enterarnos de lo que ocurre y sentirnos afectados por la terrible violencia de lo que ocurre mientras ésta sólo se produce fuera de campo. Lo único que vemos constantemente, y no es poco, es el organismo anabolizado y lacerado de Joaquin Phoenix, una mole de carne más cercana a un toro que a un humano.

Good Time (2017)

Thriller de acción a lo Michael Mann realizado por un par de hermanos que parecen amar tanto la sobresaturación de estímulos musicales y visuales a lo Nicholas Winding Refn (de hecho tiene mucho de la trilogía Pusher) como el discurso social acerca de los riesgos de la exclusión en las ciudades modernas. Eso sí, este no es tu típico guión de acción genérico, y puede irritar a los que un cambio de ritmo (en expansión, en reducción) o de previsiones argumentales les parezcan inventos innecesarios.

La villana (2017)

Dos palabras: cámara pájaro. Un gimmick técnico continuo (o bueno, en la parte salvable, ya que el desarrollo emocional es terrible) para demostrar que con los nuevos y reducidos dispositivos de grabación y los maravillosos efectos de postproducción puede hacerse todo eso que ansiaba Brian de Palma en Atrapado por su pasado. Otra coreanada, esta vez de acción de tomo y lomo + trama excesivamente enrevesada (otra marca de la casa) donde todo queda ensombrecido por la coreografía fílmica, muy como la experiencia que es ver Hardcore Henry. Es más, puede que ya conozcas esta peli. Una de sus escenas se hizo viral hace unos meses, con miles de internautas preguntándose: ¿cómo demonios lo han hecho?

Brigsby Bear (2017)

Olvídate de mí es una peli formidable no sólo por su ingenio visual, sino porque trata un tema muy chungo con una mirada infantiloide y candorosa (aunque no ingenua) que hace que todo parezca estar bien. Si te gusta esa faceta de Michael Gondry te va a encandilar Brigsby Bear, peliculita indie Sundance realizada por uno de los guionistas del SNL que rehuye del humor fácil pero que trata el secuestro de un niño con carencias educativas con una ligereza humorística más esperanzadora que otra cosa. En la caverna de Platón de las referencias pop se puede vivir muy a gusto.

Thelma (2017)

Drama adolescente fantástico y fantasioso. De parte de Joachim Trier (junto a Eskil Vogt al guión, con quien firmó también Oslo, 31 de agosto) veremos las aventuras de una joven noruega recién salida del nido ultracatólico que debe aprender a convivir con la tentación de la carne y las maldades de la astucia ajena en su nueva etapa en la universidad. El referente más evidente con el que se emparenta es Carrie, el cuento de Stephen King, pero a medida que se desentraña el relato vamos encontrando otras fuentes para explicar el misterio.

A Quiet Place (2018)

Peli de terror y familiar de presupuesto medio con un jugoso concepto inicial que permitía jugar con la puesta en escena y el diseño de sonido, como así hacen los protagonistas de un mundo postapocalíptico poblado de criaturas que atacan velozmente al origen de cualquier rudio por encima de los diez decibelios. Si eres de los que entra fácilmente en las premisas de ciencia ficción y le perdona sin remilgos los errores de credibilidad, esta galería de gags afásicos también te garantizará un buen rato.

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