Ten cuidado con los muebles de imitación que compras en Internet. Podrían no llegarte nunca

Ten cuidado con los muebles de imitación que compras en Internet. Podrían no llegarte nunca
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La peor pesadilla de la mitad de los internautas del mundo. El oscuro episodio que muchos han vivido y del que nadie quiere hablar. Son unas gafas, unas camisetas de club de fútbol o unas zapatillas de marca, y están en esa página, tiradísimas de precio, a sólo dos clics. Una búsqueda rápida en Google te devuelve comentarios tibios y positivos, y en algunas páginas de valoración de confianza que has encontrado, no hay demasiados datos sobre si es o no una página fiable. ¿Qué, te arriesgas y compras?

A ese dilema se han enfrentado en los últimos meses los incontables clientes de Voga, una tienda online especializada en muebles y decoración de diseño. O mejor dicho, de descaradas copias de muchos de los grandes iconos del diseño contemporáneo. Pero la diferencia es que aquí no se trata de la típica tienda fraudulenta que dura unos meses antes de desaparecer, sino que se trata de una asentada compañía británica con años de experiencia en venta y una cierta reputación entre compradores habituales de mobiliario estiloso.

Fefe

Pero de pronto, pum. Un vistazo rápido nos lleva a decenas de críticas negativas, gente que hizo su pedido en enero, diciembre o incluso noviembre y que todavía no sabe absolutamente nada de su pedido. Si es cierto que los encargos de mobiliario suelen tardar más, también lo es que medio año es una barbaridad.

Las tensiones se incrementan si, de pronto, dejan de contestar sistemáticamente a los mails, borran todos los comentarios que van apareciendo en su Facebook (aunque alguno se les cuela), borran su Twitter e Instagram y descuelgan los teléfonos. Lo último que sabes es lo que te mandaron por correo cuando intentaste cancelar el pedido y te dijeron que la política de su compañía no lo permitía. Aunque el retraso se extienda a meses.

¿Y por qué no se están enviando los pedidos?

Vogaaa

Nadie lo sabe, y hay pocas respuestas oficiales, pero el historial jurídico de la compañía puede tener mucho que ver. Una de las más recientes opiniones de un cliente en la página de Trustpilot dice haber recibido la siguiente respuesta:

“La única forma en que podemos seguir ofreciéndole nuestras réplicas de muebles de alta calidad es si renunciamos a facilitar los envíos fuera de Reino Unido. Por cuestiones legales, desgraciadamente no podemos estar envueltos en el proceso de envío. Por eso solo le vamos a cobrar por el producto. Aun así, sigue siendo completamente legal que los clientes de toda Europa compren muebles en Voga.com”.

Esta, en concreto, es una de las pocas respuestas que parecen haber recibido los clientes particulares. Pero en realidad no hay ningún mensaje oficial, ni tampoco una clarificación por parte de la Organización de Consumidores británica, que está ahora mismo investigando. Para descargo de Voga, hay que algunas de las opiniones negativas que pueden encontrarse actualizan sus textos meses después, añadiendo que el mueble pedido sí ha llegado (meses tarde y a veces en otro color al adquirido), y que usuarios de años anteriores también habían experimentado retrasos en el pedido, aunque nunca con tanta dilación como los vistos hasta ahora.

The Guardian logró ponerse en contacto con la compañía, que reconoció tener algunos “problemas de stock” y que “algunos pedidos sufrirían retrasos” pero no quisieron profundizar más en el tema.

Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

Voga no es la única, son muchas las compañías que se dedican a hacer réplicas de alabados diseños, y en los últimos años, gracias a Internet, han proliferado los muebles notablemente inspirados en otros modelos. ¿Reconoces esa silla de la foto de arriba? ¿Tal vez esta otra? Hoteles, pisos en alquiler y cafeterías cuquis se han ido llenando de falsas Eames y Tolix.

Pero si una silla Eames la puedes comprar bajo licencia por 342 euros, en las tiendas tienes una réplica que para muchos dará el pego por 33. Además, mientras algunas compañías hacen copias realmente malas, otros sí cuidan el diseño y los materiales, y sus productos podrían ser de una calidad bastante similar al original. Unos las venden con más disimulo, pero otros ponen directamente el nombre original en el que la réplica se inspira. Y Voga no se corta.

¿Y es eso legal?

Estmagazine C2a9tobyscott Eamesdaw Realreplicab Original (izquierda) vs copia (derecha)

El de las réplicas es un debate que entronca con la situación jurídica de la propiedad industrial. La mayoría de diseños que se vemos copiados, como las Eames o las Jacobsen, son clásicos del Mid Century, y en este caso, casas como Vitra, Fritz Hansen, Artek o Flos acaparan muchos de los derechos de producción y distribución de los diseños más deseados. Su lucha, por un lado, la de que se identifiquen los diseños copiados con la piratería, buscando una mayor persecución legal.

Por el otro, intentar alargar la vida de los derechos de propiedad industrial de los diseños que atesoran, hasta 70 años desde la muerte del diseñador, como ocurre con la propiedad intelectual. La propiedad industrial solía estar en torno a los 25 años en la mayoría de países (como Reino Unido), pero una nueva normativa europea de 2014, la Sección 52 de la Ley de Derecho de Autor, Diseños y Patentes, ha cambiado las cosas, y ahora el diseño de un mueble está más cercano a una pintura o una escultura que a un bien de consumo. Y han ganado. A partir de ahora, esas empresas falsificadoras pueden acabar fácilmente en juicio, y con penas criminales.

Salvo por un pequeño detalle: cada estado europeo tiene la potestad de decidir cuándo adherirse a la nueva normativa, con un tope del año 2020, y Reino Unido ha optado por extender lo máximo posible ese plazo.

¿Y entonces por qué nadie demandaba a Voga?

Inspirada

Resulta que sí, sí que les denunciaron, desde Dinamarca, país muy estricto en cuanto a la protección de diseños originales. Intentaron que se bloquearan las IPs de esta compañía británica para que sus ciudadanos no pudieran encargarles las réplicas. Pero desde la misma web de Voga se vanaglorian de haber ganado la batalla gracias a la ampliación del plazo de adhesión a la nueva normativa por parte de Reiuno Unido, y que, gracias a ello, se mantienen en un limbo legal.

Mientras no llegue en 2020 tras ese período de transición para adaptarse a la nueva normativa europea de copyright, ellos dicen poder enviar sus productos de diseño “siempre y cuando éstos diseños hayan sido creados hace más de 25 años”. “Cumplimos totalmente con la ley inglesa, haciendo que sea posible comprar preciosas piezas de diseño en VOGA de forma absolutamente legal. Te mantendremos siempre informado sobre la situación legal dentro del mercado en el que operamos”.

Y ahí está el otro quid de la cuestión. Ahora mismo, a todos esos compradores a los que no les están llegando los pedidos, les sobrevuela la sospecha: ¿ha pasado alguna cosa a nivel legislativo por la que a mí no me van a llegar mis muebles? En tal caso, ¿qué va a pasar con mi dinero?

¿Matar a la creatividad o perjudicar al consumidor?

Lejos del caso concreto de los recientes pedidos a Voga, este es el otro debate de fondo sobre todo este tema. Mientras uno de los representantes de Vitra defiende que los fabricantes de copias eliminan la creatividad del sector y trabajan siempre con estándares de calidad más bajos para crear muebles que no están a la altura, los de Voga han defendido que firmas como la suya se toman tan en serio su trabajo como el que más, y que su única misión es llevarle diseños de calidad a un mercado que, de otra forma, no podría permitirse esos carísimos productos.

Mid Century Modern Furniture Designers In Playboy July 1961

Pero según los cálculos de Dezeen, por ejemplo, fabricar una Bertoia Side Chair a día de hoy con los estándares por los que se guiaban originalmente en 1968 costaría 300 dólares, corrigiendo la inflación, cuando esa misma silla, si la compras a los proveedores oficiales, te pedirán el doble, en torno a unos 600 o más. Además, el coste de la inversión en desarrollo debería estar a día de hoy más que amortizado, con lo que los argumentos de estas compañías oficiales, que saben que estos antiguos diseños tienen bastante más tirón que otros novísimos diseños de creadores recientes, podrían camuflar un motivo ulterior: que se trata, más que nada, de un negocio de licencias y derechos como lo pueden ser Frozen o Jimmy Hendrix.

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