El paraíso de los ciclistas se llama Holanda. Así lo han conseguido

El paraíso de los ciclistas se llama Holanda. Así lo han conseguido
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Holanda es todo un paraíso para los ciclistas. Se calcula que hay más de 18 millones de bicicletas en el país, cuando la población actual es de 17 millones de habitantes. De hecho, la cultura de la bicicleta es tan importante en Holanda que incluso tiene su propia embajada, la Dutch Cycling Embassy.

Las calles del país no sólo están preparadas para disfrutar de un paseo en bici, sino que han sido diseñadas alrededor de esta experiencia. Los carriles bici son anchos, están bien pavimentados, disponen de sus propias señales y semáforos, e incluso ofrecen el espacio suficiente tanto para circular en paralelo como para poder llevar a cabo adelantamientos de forma segura.

Holanda Carriles bici bien anchos y coches relegados a meros invitados. La preferencia es para las bicicletas.

Imagen | John Tarantino

En algunas ciudades, además, estos carriles están completamente separados del tráfico motorizado e incluso existen señales que otorgan preferencia total a las bicicletas, relegando a los vehículos de motor a simples invitados. Algo similar sucede en las rotondas: las bicis tienen preferencia.

Los parkings para bicicletas son alucinantes

Amsterdam Este es uno del os muchos parkings para bicicletas que hay repartidos por todo el país. Son enormes y dan cabida a miles de bicis.

Imagen | Airbete

Según estos datos, sólo en Amsterdam hay alrededor de 800.000 bicicletas y se estima que un 63% de sus habitantes usa este medio de transporte a diario. Por contra, el número de coches en la ciudad es de 263.000. De hecho, el tráfico en la ciudad queda repartido de esta forma:

  • Los desplazamientos en bicicleta suponen el 32%
  • El tráfico en coche se queda en un 22%
  • El transporte público representa el 16% del tráfico
  • Si hablamos del centro de la ciudad, el tráfico en bicicleta aumenta hasta el 48%
Amsterdam El tráfico motorizado no tiene mucho que hacer en ciertas calles de Amsterdam

Imagen | Andy Walker

Los holandeses usan la bicicleta para ir a trabajar, para hacer la compra, para ir a estudiar, para llevar a los hijos al colegio, para dar un agradable paseo en pareja, para hacer deporte… Cualquier excusa es válida y sólo en Amsterdam ya hay 500Km de carriles bici con un montón de rutas al alcance de cualquiera. Y no, no hay bocinazos ni historias raras por parte de los que van en coche: todo el mundo tiene asumido que los ciclistas dominan la ciudad.

Holanda Cualquier excusa es buena para coger la bicicleta en Holanda.

Imagen | bertknot

Con tanto ajetreo ciclístico, lo lógico es que las ciudades holandesas dispongan de grandes parkings para bicicletas. Un ejemplo de esto lo encontramos en la estación de tren de Delft, una ciudad a medio camino entre Rotterdam y La Haya, pero hay más:

¿Cómo llegó Holanda hasta aquí?

Antes de que tuviera lugar la Segunda Guerra Mundial, los habitantes de los Países Bajos usaban la bicicleta como principal medio de transporte. Era una forma de desplazarse respetable tanto para hombres como para mujeres, y el número de bicis era muy superior al de los coches.

El problema vino tras la guerra. Durante la década de los 50 y los 60 la venta de coches se disparó y el uso de la bicicleta fue disminuyendo de forma alarmante: cada año descendía en un 6% y se llegaron a derribar barrios enteros para darle espacio al tráfico motorizado. Con los coches, claro, el número de accidentes empezó a subir.

Uso de la bicicleta Entre los años 50 y los 70, el uso de la bicicleta descendió en Amsterdam de un 80% a algo menos de un 30%.

En el año 1971 se produjeron 3.300 muertes por accidentes de tráfico, entre ellas las de más de 400 niños. Una situación insostenible que derivó en movimientos sociales de protesta y que fue el origen de Stop de Kindermoord, un grupo activista que pretendía poner fin a lo que llamaban asesinato de niños y que fue de vital importancia.

Amsterdam En los años 60 el coche se consideraba el medio de transporte del futuro y había que darle espacio a toda costa.

Stop de Kindermoord creció rápidamente y se puso manos a la obra: llevó a cabo manifestaciones, ocupó puntos negros en los que se producían accidentes, y organizó días especiales en los que cerraba calles para que los niños pudieran jugar de forma segura. Con el tiempo, Stop de Kindermoord pasó a recibir subvenciones del gobierno, abrió su propio cuartel central en un local que anteriormente había sido una tienda, y empezó a generar ideas con las que mejorar los planes urbanísticos y aumentar la seguridad.

A la aparición de grupos como Stop de Kindermoord se acabó sumando la crisis del petróleo de 1973, lo cual fue aprovechado por el gobierno para dar un mensaje claro: había que adoptar un nuevo estilo de vida y no derrochar energía.

Y así, ya en la década de los 80 y después de que los políticos hubieran tenido tiempo de comprobar las ventajas del uso de las bicicletas, las ciudades empezaron a introducir una serie de cambios para hacerlas más amigables con este medio de transporte.

Estos cambios, que empezaron con cosas sencillas pero útiles como hacer que los carriles para las bicicletas estuvieran mejor señalados, acabaron creciendo y dando pie a que ciudades como Delft construyera redes enteras de rutas para ir en bici.

Delft Delft fue un ejemplo a seguir por el resto de ciudades holandesas a la hora de incentivar el uso de la bicicleta creando una completa red carriles y rutas.

Imagen | allie

En 2016, gracias a todos estos movimientos, Holanda es el paraíso de los ciclistas y Amsterdam la capital mundial de las bicis.

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