¿Yanny o Laurel? Aunque no te lo parezca, estás escuchando los dos nombres a la vez

¿Yanny o Laurel? Aunque no te lo parezca, estás escuchando los dos nombres a la vez
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Agotadas las ilusiones visuales en las que batallar incesablemente sobre percepciones propias y ajenas, la humanidad ha encontrado un nuevo juguete dicotómico favorito: "Yanny or Laurel". No un juego de prestidigitación visual, sino auditivo. Desde que un usuario de Instagram (@KFCRadio) subiera un brevísimo audio a sus stories, miles de personas llevan dos días tratando de descifrar si en realidad están escuchando "Yanny" o "Laurel". Y casi nadie se pone de acuerdo.

Como sucediera con el vestido, la cuestión ha trascendido al mero juego viral y ha provocado que muchos nos hagamos la misma pregunta: ¿cómo es posible que ante un mismo sonido tantas personas escuchen cosas distintas? La respuesta puede ser más simple de lo que parece: en realidad todos estamos escuchando lo mismo. Sucede que nuestro cerebro lo interpreta de formas distintas. No oyes "Yanny" o "Laurel": lo más probable es que escuches "Yanny" y "Laurel".

En el fondo tiene sentido, más allá de la barrera lingüística (no hay problema, las distinciones fonéticas son lo suficientemente claras como para que te pique el gusanillo pese a no hablar inglés). Ya nos pasó algo similar con el célebre vestido que para unos era azul y negro y para otros blanco y dorado: la fotografía de la prenda y la realidad eran la misma, invariables e inmutables para todos aquellos que se acercaran al dilema. Sólo nuestros cerebros nos jugaban malas pasadas.

Pues bien, ¿qué está pasando con Yanny y Laurel? En The Atlantic una lingüista ha tratado de responder del modo más didáctico posible a la cuestión valiéndose de las ventajas naturales del dilema: las ondas sonoras. Al hablar, lo que hacemos es emitir ondas audibles que varían en función de un amplio número de factores. Nuestra propia fisiología, la longitud de nuestras cuerdas vocales o la posición del paladar en la que coloquemos la lengua determinan qué sonidos salen de nuestras bocas. Y dado que se trata de ondas, podemos medirlas y estudiarlas.

El secreto está en la lengua

En el caso de Yanny y Laurel el secreto está en la trampa. Sucede que la pronunciación de la palabra es deliberadamente ambigua. Por ejemplo, la discrepancia entre la "l" y la "y" que da pie al inicio del nombre bebe de la ausencia de velarización, la posición que toma nuestra lengua cada vez que queremos pronunciar la "l" o, en español, una consonante como "gü". En ambos casos, la lengua acaricia el paladar blando (o velo, de ahí el nombre), en posición casi vertical.

Ahora prueba a pronunciar "la" sin que tu lengua toque el paladar. Se parece sospechosamente a "ya". Sucede lo mismo con el resto de la palabra: la "n" que debería indicar la existencia de "Yanny" no es en realidad una "n", sino que nos lo puede parecer por el fuerte carácter nasal de la vocal que le precede. El truco final incluye una "l" final que, por la forma en que está pronunciada, también se asemeja a la última sílaba de "Yanny". Es un clip diseñado para confundirnos a todos.

Como otro lingüista explica en Popular Science, la forma en que lo percibimos varía en función de casi tantos factores como los que terminan determinando qué sonidos emitimos al hablar. El tipo de ondas al que estés habituado en el momento de escucharlo, la calidad del reproductor que emplees o incluso si has leído primero "Yanny" o "Laurel" te puede llevar a decantarte por una u otra. Pero lo cierto es que ambas están ahí y que, en realidad, estás escuchando una ambigua mezcolanza de las dos.

¿La prueba? Diversos usuarios de Twitter se han valido de la naturaleza audible del dilema para resolverlo mediante herramientas de edición de audio. En función de si los reproducimos con frecuencias altas o bajas, agudas o graves, escuchamos o bien "Yanny" o bien "Laurel". Lo que demuestra que las ondas sonoras de ambos nombres están ahí, solo que la forma en la que nuestro oído decide discriminarlas varía en relación a los factores personales de cada uno.

Yo, pr ejemplo, escuchaba "Yanny" cuando reproduje el sonido por primera vez. Y una vez escuché los audios con los bajos muy subidos no he dejado de escuchar "Laurel". Nada de esto ha impedido que, en la mejor tradición de los absurdos enfrentamientos virales, medio Internet haya decidido entablar una guerra real por Yanny o Laurel. Por ahí, en realidad, lo que dicten las ondas es indiferente: al igual que en el caso del vestido, hemos venido aquí a jugar.

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